3.1.1. Terremotos

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3 1 1 terremotos

Un terremoto puede ser definido como un temblor en la tierra causado por ondas moviéndose causando: fallas de la superficie, tremores vibratorios, licuefacción, derrumbes, temblores
y / o tsunamis.   
 

A nivel mundial, más un millón de sismos ocurren mundialmente, resultando en un promedio de dos sismos por minuto. Un terremoto de gran magnitud en una zona urbana es uno de los peores desastres naturales que pueden ocurrir. 

Durante las últimas cuatro décadas (1970-2010), los terremotos han causado más de un millón de fatalidades a nivel mundial - Armenia, China, Guatemala, Haití, Irán, India, Indonesia, Japón, México, Pakistán, Perú y Turquía. 

La desmesurada urbanización en diversas partes sísmicamente activas del mundo, da resultado a mega ciudades con densidades poblacionales de 20.000 – 60.000 hab/km2. Dichas ciudades son altamente vulnerables a los efectos negativos de los terremotos, tales como la alta tasa de letalidad – causada por trauma, asfixia, hipotermia e insuficiencia respiratoria aguda – además de las lesiones/fracturas por destrucción de infraestructura. 

El número de víctimas, lesiones y efectos negativos dependerán de la magnitud del terremoto, su profundidad, su proximidad a un centro urbano y el grado de preparación de la comunidad y las medidas de mitigación tomadas. Ejemplos recientes de mega terremotos – China, Haití e Indonesia con más de 220 mil fatalidades reportadas cada uno – muestran la importancia de las medidas de mitigación. 

El colapso estructural es el factor de riesgo que puede causar más muertes, por lo tanto, la seguridad sismo resistente debe ocupar un lugar prioritario en el ordenamiento territorial, el diseño y construcción de edificios seguros.
Especialmente para el sector salud, es importante tener en cuenta las implicaciones que los terremotos suponen: necesidad elevada de servicios quirúrgicos durante las primeras semanas, atención a quemaduras, trauma, etc. 

En zonas propensas a los terremotos, el adiestramiento y la educación en primeros auxilios y métodos de rescate debe ser parte integral de todo programa comunitario de respuesta a emergencias y desastres. Lamentablemente, entre terremotos de gran magnitud transcurren períodos relativamente largos, resultando en la perdida de la memoria colectiva. Esto, representa un reto más para las autoridades públicas, quienes deben comunicar eficazmente al público los peligros y la necesidad de reducir el riesgo, mejorando la seguridad ante desastres.

Pese a los grandes adelantos científicos que se han producido en sismología e ingeniería sismo resistente en años recientes, lograr que se adopten normas estrictas de seguridad sismo resistente es una meta que aún no se ha alcanzado en muchas partes del mundo.

 

 

 

 

 

 

Debido a la destrucción de las viviendas, los terremotos pueden provocar numerosas defunciones y lesiones. El resultado depende fundamentalmente de tres factores:

 

1. El primero es el estilo de vivienda. Las casas construidas con adobe o piedra en seco o sin refuerzo de mampostería, aunque sean de un solo piso son muy inestables y su colapso cobra muchas víctimas. Se ha comprobado que los edificios de construcción liviana, especialmente los de estructura de madera, son mucho menos peligrosos. Por ejemplo, después del terremoto de 1976 en Guatemala, una encuesta realizada en un pueblo de 1.577 habitantes reveló que las 78 defunciones y heridas graves que ocasionó el terremoto afectaron a las personas que residían en viviendas de adobe, mientras que sobrevivieron las personas que habitaban en edificios con estructura de madera. En el terremoto que asoló a los pueblos bolivianos de Aiquile y Totora en 1988, 90% de las defunciones fueron consecuencia del derrumbamiento de casas de adobe.

2. El segundo factor se vincula con la hora del día en que ocurre el terremoto. La noche resultó especialmente letal en los terremotos de Guatemala (1976), Bolivia (1998) e Irán (2003), en los que la mayor parte de los daños ocurrieron en casas de adobe. En las zonas urbanas, en las que los edificios de vivienda están bien construidos pero no así las escuelas u oficinas, los terremotos diurnos provocan tasas de mortalidad más altas. Ese fue el caso del terremoto que sacudió a dos ciudades de Venezuela en 1997. En Cumaná se desplomó un edificio de oficinas y en Cariaco resultaron destruidas dos escuelas; esos edificios fueron los sitios donde ocurrió el número mayor de defunciones y lesiones. En el terremoto de El Salvador (13 de enero de 2003) proporcionalmente a los daños masivos, el número de heridos y de víctimas mortales fue moderado. Una de las razones se debió a que al ser un día no laboral, sábado. La hora, 11,33 a.m. también influyó positivamente, ya que mucha gente estaba fuera de sus casas. 

3. El tercer factor es la densidad de la población. En las zonas más densamente pobladas suele ocurrir el mayor número total de defunciones y lesiones. Por otro lado, algunos grupos de edad resultan más afectados que otros: los adultos con buenasalud están más a salvo que los niños pequeños y los ancianos, cuyas probabilidades de protegerse a sí mismos son menores. No obstante, 72% de las defunciones provocadas por el derrumbe de edificios durante el terremoto de México en 1985 correspondieron a personas de 15 a 64 años. Después de los terremotos pueden ocurrir desastres secundarios que aumentan el número de víctimas que requieren atención médica. Aunque históricamente el fuego constituye el mayor riesgo, en las últimas décadas fueron raros los incendios posteriores a los terremotos que causaron daños personales masivos. No obstante, entre las consecuencias del terremoto que asoló a Kobe, Japón, en 1995, se produjeron más de 150 incendios a los que se atribuyeron unas 500 defunciones y daños en aproximadamente 6.900 estructuras. 

terremoto

El bloqueo de las calles por los edificios derruidos y los escombros, así como los graves daños sufridos por el sistema de suministro de agua, dificultaron los esfuerzos encaminados a apagar el fuego. 

Se dispone de escasa información sobre el tipo de lesiones causadas por los terremotos pero, sea cual fuere el número de víctimas mortales, la pauta general probablemente sea la de un gran número de personas con contusiones de menor importancia, un grupo más reducido con fracturas simples y una minoría con fracturas múltiples graves o lesiones internas que requieren atención quirúrgica u otro tipo de tratamiento intensivo. En un hospital en Haití después del terremoto el 16.6% de los pacientes tenían heridas en la cabeza o en la espina dorsal, las fracturas comprendían el 26.9%, quemaduras el 4.7%, heridas penetrantes 3.1%, aplastamiento 5.6%, contusiones 2.1%, infecciones 18.4%, cortes 15.5%, amputaciones 4.4%. 

La mayor parte de la demanda de servicios de salud tiene lugar en las primeras 24 horas siguientes al fenómeno. Los heridos suelen acudir masivamente a los servicios médicos solo durante los primeros 3 a 5 días; transcurridos los cuales, las pautas de presentación vuelven casi a la normalidad. Un buen ejemplo de la importancia crucial de la cronología de la atención de emergencia oportuna se observa en el número de admisiones a un hospital de campo después del terremoto de 1976 en Guatemala. El número de ingresos cayó de manera pronunciada a partir del sexto día, a pesar de la búsqueda intensiva de damnificados en las zonas rurales remotas.

En Haití sin embargo un estudio elaborado por la OPS recoge que en los dos departamentos más cercanos al epicentro los heridos representaban el 9.2% mientras que en los 8 departamentos más alejados supusieron el 15.2%. La migración de la población después del terremoto y la presencia de equipos médicos en la zona del terremoto explican en parte este fenómeno. Los equipos médicos que llegaron dos semanas después se encontraron con heridas infectadas, fracturas, mayor demanda de tratamiento de patologías rutinarias que de tratamientos relacionados con el terremoto.