1. El mundo de hoy y los desastres
Durante muchos años los desastres fueron considerados como actos divinos. Ante eventos tan complejos, caóticos o im predecibles, era muy poco lo que razonablemente se podía hacer para evitar su impacto devastador. Los países limitaban la mayoría de sus esfuerzos al rescate de las víctimas después de un desastre.
Afortunadamente, esa actitud fatalista ha evolucionado a un enfoque más ed-pills24.com, gracias al número creciente de profesionales que, desde mediados de la década de los 70, han acumulado conocimientos y han desarrollado herramientas para enfrentarse a las consecuencias para la salud de los desastres. Hoy en día, estos conocimientos son tan amplios, que la gestión de desastres se ha convertido en un campo especializado.
El término ‘desastre’ con frecuencia está ligado a las amenazas naturales. Sin embargo, un desastre puede ser causado por cualquier amenaza (un huracán, un virus mortal, un evento radiológico, etc), en combinación con sus efectos nocivos como la pérdida de vidas o la destrucción de bienes. El riesgo de un ‘desastre’ se expresa en términos de la probabilidad de que ocurra un evento amenazador combinado con la vulnerabilidad en un área específica.
En situaciones de desastre, la preocupación principal de la comunidad de salud pública es reducir los riesgos para la salud asociados con estos eventos. Por lo tanto, la gestión de desastres se enfoca en las personas y los sistemas que pueden versen afectados por los desastres. Cuando se cuantifica el impacto de los desastres en la salud, el porcentaje es menor a otros sectores; sin embargo, está creciendo.
En esta tabla, podemos ver que los daños y pérdidas ocasionados por el terremoto de Haití al sector salud sólo representan un 6% del total.
Los daños y pérdidas por el terremoto en Haití en 2010 (millones de dólares USD)
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[1] Daños y pérdidas en el sector del medioambiente incluye en su mayoría residuos sólidos (escombros, residuos hospitalarios, sustancias amenazantes, etc.
Fuente: Evaluación de necesidades Post Desastre - PDNA (Haití 2010, tabla 2, 7)
4 de febrero de 1976: Fecha decisiva para América Latina...
En un día como hoy un terremoto de 7.5 grados en la escala de Richter sacudió a Guatemala. En más de una tercera parte del país, casas de adobe con pesados techos de tejas se derrumbaron en segundos sobre sus ocupantes mientras éstos dormían. Unas 23.000 personas murieron o desaparecieron. En 1979, el huracán David devastó la economía de Dominica, una pequeña isla del Caribe con 90.000 habitantes. Aunque desde una perspectiva mundial podría considerarse un desastre de proporciones modestas, por el reducido número de víctimas, lo cierto es que el huracán dejó sin hogar al 80% de la población. Muchos definen este desastre como el punto crítico para el Caribe. En estos dos casos, los sectores públicos y privados -nacionales e internacionales- se movilizaron generosa y espontáneamente para ayudar a las víctimas. Pero limitaciones como la falta de preparación y adiestramiento de los sectores claves, las debilidades de la legislación existente y los inadecuados mecanismos de respuesta nacional, tradicionalmente basados en el concepto de cadena de mando militar en lugar del diálogo y la coordinación, se hicieron visibles inmediatamente. El sector salud, uno de los primeros en responder en desastres de gran magnitud, se percató de que la manera de mejorar su propio desempeño era mediante la planificación y el adiestramiento sectoriales. La era de la respuesta improvisada cedía así paso a la era de la preparación.