4.4.2. Algo para tener en cuenta

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La financiación mundial para la reducción del riesgo ha aumentado, sin duda, como resultado de la adopción del Marco para la Acción Hyogo, pero mucho menos que la financiación para la respuesta inmediata. Después del tsunami, se prometieron $14 mil millones de dólares y, en su mayoría, se entregaron. Casi 40% vino de contribuciones privadas a las ONG y el sistema de la Cruz Roja, en comparación con un promedio de 15% en la mayoría de los  desastres. Los mecanismos normales de coordinación y las autoridades nacionales en los países afectados tuvieron una influencia mínima en la forma en la que se usaron dichos fondos.

La Coalición de Evaluación del Tsunami (Tsunami Evaluation Coalition, TEC) hizo un estudio de la financiación de la respuesta al tsunami a finales de 2004 y principios de 2005. Sin tener en cuenta los fondos recibidos para la prevención del desastre, el alivio o la reducción del riesgo, el estudio TEC encontró que la financiación muy generosa   tuvo un efecto perverso en la comunidad humanitaria: los evaluadores concluyeron que “La mayor parte de la respuesta de implementación estaba dirigida por la disponibilidad de fondos o por un oportunismo contextual más que por las necesidades”.

Para LAC es de  mayor relevancia el potencial  de un impacto negativo en las instituciones locales. En otro estudio la TEC, un grupo distinto de evaluadores anotó que: “Al ignorar la capacidad local, el papel de la ayuda externa se hace parecer mucho más importante. Entre más ayuda externa haya, más se subestima la capacidad local.”  Pulse aquí para leer el estudio completo del impacto de la respuesta al tsunami en las capacidades locales y nacionales.

A pesar de que el tsunami en el sur de Asia puede ser un ejemplo extremo, la respuesta a otros desastres grandes como los terremotos en Pakistán siguieron un patrón similar con donaciones muy generosas a corto plazo justo después de los eventos de alto perfil en los medios de comunicación.


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