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3.1. Amenazas naturales
Las amenazas naturales, como los terremotos, los huracanes, las erupciones volcánicas, etc. pueden provocar serios daños a la salud, pero estos efectos son variables y dependen de varios factores, entre ellos:
a) La gravedad con se presenta la amenaza.
b) La vulnerabilidad de la población.
c) El estado de los preparativos y la capacidad de respuesta de la comunidad.
En el pasado se creía que los desastres súbitos no solo causaban mortalidad generalizada sino que, además, producían un trastorno social masivo y brotes de epidemias y hambrunas, dejando a los sobrevivientes totalmente a merced del socorro exterior. La observación sistemática de los efectos de los desastres naturales sobre la salud humana permitió llegar a conclusiones muy distintas, tanto en lo que se refiere a los efectos de los desastres sobre la salud como en cuanto a las formas más eficaces de proporcionar asistencia humanitaria
3.1.1. Terremotos
Un terremoto puede ser definido como un temblor en la tierra causado por ondas moviéndose causando: fallas de la superficie, tremores vibratorios, licuefacción, derrumbes, temblores
y / o tsunamis.
A nivel mundial, más un millón de sismos ocurren mundialmente, resultando en un promedio de dos sismos por minuto. Un terremoto de gran magnitud en una zona urbana es uno de los peores desastres naturales que pueden ocurrir.
Durante las últimas cuatro décadas (1970-2010), los terremotos han causado más de un millón de fatalidades a nivel mundial - Armenia, China, Guatemala, Haití, Irán, India, Indonesia, Japón, México, Pakistán, Perú y Turquía.
La desmesurada urbanización en diversas partes sísmicamente activas del mundo, da resultado a mega ciudades con densidades poblacionales de 20.000 – 60.000 hab/km2. Dichas ciudades son altamente vulnerables a los efectos negativos de los terremotos, tales como la alta tasa de letalidad – causada por trauma, asfixia, hipotermia e insuficiencia respiratoria aguda – además de las lesiones/fracturas por destrucción de infraestructura.
El número de víctimas, lesiones y efectos negativos dependerán de la magnitud del terremoto, su profundidad, su proximidad a un centro urbano y el grado de preparación de la comunidad y las medidas de mitigación tomadas. Ejemplos recientes de mega terremotos – China, Haití e Indonesia con más de 220 mil fatalidades reportadas cada uno – muestran la importancia de las medidas de mitigación.
El colapso estructural es el factor de riesgo que puede causar más muertes, por lo tanto, la seguridad sismo resistente debe ocupar un lugar prioritario en el ordenamiento territorial, el diseño y construcción de edificios seguros.
Especialmente para el sector salud, es importante tener en cuenta las implicaciones que los terremotos suponen: necesidad elevada de servicios quirúrgicos durante las primeras semanas, atención a quemaduras, trauma, etc.
En zonas propensas a los terremotos, el adiestramiento y la educación en primeros auxilios y métodos de rescate debe ser parte integral de todo programa comunitario de respuesta a emergencias y desastres. Lamentablemente, entre terremotos de gran magnitud transcurren períodos relativamente largos, resultando en la perdida de la memoria colectiva. Esto, representa un reto más para las autoridades públicas, quienes deben comunicar eficazmente al público los peligros y la necesidad de reducir el riesgo, mejorando la seguridad ante desastres.
Pese a los grandes adelantos científicos que se han producido en sismología e ingeniería sismo resistente en años recientes, lograr que se adopten normas estrictas de seguridad sismo resistente es una meta que aún no se ha alcanzado en muchas partes del mundo.
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Debido a la destrucción de las viviendas, los terremotos pueden provocar numerosas defunciones y lesiones. El resultado depende fundamentalmente de tres factores:
1. El primero es el estilo de vivienda. Las casas construidas con adobe o piedra en seco o sin refuerzo de mampostería, aunque sean de un solo piso son muy inestables y su colapso cobra muchas víctimas. Se ha comprobado que los edificios de construcción liviana, especialmente los de estructura de madera, son mucho menos peligrosos. Por ejemplo, después del terremoto de 1976 en Guatemala, una encuesta realizada en un pueblo de 1.577 habitantes reveló que las 78 defunciones y heridas graves que ocasionó el terremoto afectaron a las personas que residían en viviendas de adobe, mientras que sobrevivieron las personas que habitaban en edificios con estructura de madera. En el terremoto que asoló a los pueblos bolivianos de Aiquile y Totora en 1988, 90% de las defunciones fueron consecuencia del derrumbamiento de casas de adobe.
El bloqueo de las calles por los edificios derruidos y los escombros, así como los graves daños sufridos por el sistema de suministro de agua, dificultaron los esfuerzos encaminados a apagar el fuego. |
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